
Hemos seleccionado esta ruta por el Barranco de la Virgen, porque a pesar de ser una de las grandes cuencas de Gran Canaria, sigue siendo una gran desconocida para muchos senderistas. Mediante esta ruta animamos a los amantes de la naturaleza, y a los que desean aprender y descubrir entorno seminaturales, que realicen este itinerario, apto para todos los públicos habituados a caminar.

Oficina de Turismo
El antiguo bosque de laurisilva que cubría la zona fue arrasado para alimentar los ingenios azucareros y conseguir más tierras de cultivo. Desde el siglo XVI, se tomaron medidas para conserva tal riqueza florística, pero la presión de campesinos y hacendados terminaron por destruir el bosque de Doramas, hoy convertido en Parque Rural que lleva el mismo nombre, en recuerdo al antiguo caudillo aborigen.
Un pasado exuberante, un paisaje de ensueño

El barranco de la Virgen se sitúa al oeste de Valleseco y aún conserva fragmentos relícticos de lo que fuera el antiguo bosque de lauráceas de Gran Canaria, aquella Selva de Doramas a la que cantó Bartolomé Cairasco de Figueroa.
Para recrearnos un poco en ese pasado exuberante del barranco de La Virgen, transcribimos unos párrafos del diario de Olivia Stone, escritora inglesa, que visitó el archipiélago en el año 1885.
Llevaba unos dos meses en Gran Canaria cuando partió su expedición para el pueblo de Firgas. Olivia Stone escribió: Terminado el desayuno, volvemos a cabalgar, camino del barranco de La Virgen. El sendero es accidentado, incluso peligroso en algunos lugares, pero las visiones fugaces de la hermosura del barranco que nos llegan en cada curva del camino compensan totalmente las fatigas del viaje. En general, el barranco es un valle largo, más o menos recto, que sube desde el mar, con dos ramales, que discurren sinuosamente. El valle es ancho y profundo en toda su extensión. El fondo es ocupado por un torrente profundo y tumultuoso. Algunos tramos de paredes verticales de roca viva, sobre las que crecen enormes masas de verde follaje y festones de hermosas enredaderas. Tras descender, nuestros caballos se niegan a penetrar en el torrente fangoso, al no estar acostumbrados a ver algo así. El agua les llega a las ancas, así que tenemos que levantar las piernas para no mojarnos. En la otra orilla vemos una cascada larga, rodeada completamente por una vegetación del verde más intenso que cabe imaginar. El agua discurre por un lecho rocoso, formando numerosos meandros, entre los gigantescos troncos de los árboles que flanquean sus orillas. Los delicados helechos y la hierba de color verde intenso forman una mullida alfombra que invita al descanso
Un paisaje otoñal que cautiva

Pero Olivia Stone en su recorrido por la isla, descubrió el paisaje de las medianías de Valleseco, Moya, Teror y San Mateo. Esta zona, llegado el final del verano, su frondosa vegetación arbórea, nos acerca a la estación otoñal más propia del continente que de estas islas oceánicas. La belleza de este paisaje grancanario cautivo a Olivia Stone, cuando regresaba de La Aldea, atravesando la Caldera de Tejeda. Entró por la parte alta de Valleseco y comenzó a descubrir su belleza. En su diario lo describió así:
El cielo azul, los calurosos rayos del sol y el brillante verdor sugieren que es verano, pero es noviembre, ese mes de humedad y nieblas.
Un trecho increíblemente atractivo de rocas gigantes y césped aparece ante nosotros cuando damos la vuelta a una curva, intoxicándonos aún más con la alegría de vivir. Después cruzamos un pequeño cerro y abajo aparece otro valle, por el que discurre un riachuelo, con las verdes laderas cubiertas de pisadas de ovejas. Nos recuerda a algunos lugares de Derbyshire . Hay rebaños de ovejas y laderas cubiertas de césped, suave y corto, por doquier.

El paisaje podría haber sido inglés, salvo que la fachada de la casa estaba cubierta de maíz colgado, rico y dorado, que también cubría el suelo alrededor. Los helechos ayudaban también a reforzar la ilusión, pero un águila que planea en lo alto, no tan común en Inglaterra como aquí, hace que ésta se desvanezca.
El otoño en Gran Canaria es una estación invisible, sin embargo cuando visitamos lugares tan remotos como el Barranco de Crespo o el Barranco de La Virgen, y en general la zona de alta de Valleseco, descubriremos el amplio cromatismo de los árboles caducifolios, acercándonos a una sinfonía de colores que nos indica la llegada del otoño. Castaños, nogales, álamos, robles, plátanos, adornan nuestro otoño y aunque no son árboles autóctonos su carácter caducifolio es un auténtico espectáculo en rutas como ésta.
Todas las hojas de estas especies se caen coincidiendo con la llegada del tiempo frío y la menor duración de la luz del día. Luego se recuperan en primavera. Los árboles caducifolios cuentan con hojas anchas y se preparan para la caída de las hojas varias semanas antes. Los conductos que comunican a la hoja con el resto de la rama comienzan a obstruirse. Más tarde, el viento y la lluvia contribuyen a la caída de sus hojas.
En esta etapa los árboles a causa de las condiciones climáticas no absorben los nutrientes del suelo. No realizan la fotosíntesis adecuadamente y el agua que pierden no puede ser repuesta. Durante esta época, los árboles entran en una fase de reposo hibernal.

Comenzamos a caminar
Después de recrearnos en el pasado y presente de la zona de Valleseco se hace necesario iniciar la marcha. Para ello se recomienda visitar los horarios de las guaguas que llegan hasta el mismo centro de Valleseco, así como es preciso conocer la labor de la oficina de turismo del Ayuntamiento de Valleseco, muy dinámica en los últimos años que ha puesto en marcha un programa de senderismo, no solo para dar a conocer sus riquezas naturales, sino además fomentar este deporte y el conocimiento de la naturaleza entre sus habitantes.
Mas información en: http://vallesecograncanaria.com
O bien, en www.valleseco.es, o directamente al e-mail: turismo@valleseco.es
Ruta: PR GC 05: Desde Valleseco a Valsendero
Valsendero es un pequeño pago perteneciente al municipio de Valleseco, y se sitúa en la cabecera del Barranco de La Virgen, en la confluencia de los tributarios, Barranco del Anden y Barranco del Pinillo. Estos dos son los cauces principales del Barranco de La Virgen que uniéndose al Rapador formarán, más abajo, el Barranco de Azuaje, que finalmente desembocarán en la mar, a la altura del caserío costero de San Andrés.

Se comienza a caminar en el mismo centro de Valleseco, cogiendo rumbo S-SW, subiendo por las callejuelas en dirección a la parte alta del pueblo. A la derecha se coge un trozo de camino que enlaza con la carretera general que conduce a Lanzarote y Artenara. Se cruza y se toma la ascensión a la Montaña de Cruz del Siglo, en la cota 1.100 metros de altitud.
Después un trozo de asfalto a la izquierda para conectar con una pista de tierra que nos permite asomarnos a la cuenca del barranco de la Virgen. El descenso es pronunciado y atención con las rodillas. Es una bajada fuerte con firme irregular que desemboca en las proximidades de Valsendero.
En este punto, las opciones para seguir caminando son múltiples, igual que para regresar a casa tiene la opción del transporte público que llega hasta el mismo Valsendero (buscar horarios ya que la frecuencia es muy baja).
Pero si opta por seguir caminando puede ascender por la pista de tierra de la Finca del Pinillo y llegar a la carretera de Artenara, en la zona de Cueva Corcho, o bien descender el cauce, en este caso por la carretera hasta enlazar con los caminos que asciende a Carpinteras y el Molinete para retornar a Valleseco. También, y utilizando el camino de Vueltas de Acero, acercarse a Moya, o seguir el cauce del barranco y llegar a Las Madres y Firgas. Son muchas las alternativas que tiene el visitante cuando llega a Valsendero, imposible de detallar en este corto espacio. Pero, tiempo al tiempo, todo se andará.
Para cualquier consulta, escribir al autor de estas publicaciones: alvaromonzon@gmail.com