GLOBAL por la Igualdad

Como en muchas cosas de la vida, sobre el Feminismo, existen mitos que no son ciertos, pero que calan como la lluvia fina, en las mentes de hombres y mujeres.

La campaña de comunicación que hemos elaborado este año, de cara al 8 de marzo, día Internacional de las Mujeres, tiene como objetivo justamente visibilizar seis de algunos de esos mitos falsos en torno al Feminismo, para demostrar su falsedad, e invitar a todas las personas a que se informen, se sensibilicen y se conciencien y actúen en consecuencia.

Por suerte, los mitos son siempre los mismos, porque efectivamente, alguien que te quiera negar una lucha por la igualdad justa y necesaria, no tiene otros argumentos en contra que no sean argumentos falsos.

1. EL FEMINISMO ES LO CONTRARIO QUE EL MACHISMO.

Totalmente falso, el machismo es un conjunto de ideas y una forma de pensar que se sustenta en la creencia de la supremacía del hombre sobre la mujer.

Es la ideología que sustenta el sistema patriarcal.

Del machismo se derivan las violencias machistas (violencia de género, violencia sexual hacia las mujeres y niñas, violencia obstétrica…) y las diferentes opresiones hacia la mujer por el simple hecho de serlo.

El feminismo no busca la supremacía de la mujer, sino que busca la igualdad de oportunidades entre ambos, independientemente de las diferencias entre individuos, ya sea por sexo/género o por otras razones arbitrarias.

¿Qué es el feminismo?

No solo se trata de una ideología, sino de un movimiento social y político cuyo origen se remonta a siglos a atrás. Se trata de reivindicar los derechos de las mujeres, de denunciar las desigualdades a las que aún nos enfrentamos (más allá de la abismal brecha salarial), de condenar la violencia machista, de alcanzar la equidad en lo social, lo económico y lo cultural.

2. YO NO SOY NI FEMINISTA, NI MACHISTA.

Cuando hablas de feminismo hay algo que siempre preocupa muchísimo, y es el nombre. No los problemas que trata el feminismo, no la discriminación que sufrimos las mujeres, no.

Para empezar, si usáramos el término “igualitarismo” o “igualdad” o algo similar, estaríamos hablando de que queremos una igualdad sí, pero ¿qué tipo de igualdad? ¿sobre qué?, al no especificar, sería muy muy general.

Sin embargo con el término “feminismo” sabemos que esa igualdad que queremos conseguir tiene que ver con las mujeres o con el sistema sexo-género. De esta forma se visibiliza la lucha específica de las mujeres en contra del sistema que permite su opresión, es decir, el patriarcado.

Utilizando una palabra como “humanismo” pasaría lo mismo, además de que es un término que ya tiene otro significado.

3. CÓMO VOY A SER MACHISTA, SI TENGO MADRE E HIJAS.

El primer paso de las personas feministas es estar continuamente revisando lo que pensamos y lo que hacemos, aceptando que hemos sido machistas, que seguimos teniendo comportamientos, pensamientos o comentarios machistas, porque vivimos y hemos crecido y se nos ha educado en una sociedad machista.

Todos los asesinos machistas o violadores tienen madre, lógicamente, y son machistas. Por tanto, nadie está libre -en principio- de poder ser machista; y es a través del feminismo, del cuestionamiento continuo, de la deconstrucción, cuando podemos salir de ahí y cambiar lo que nos han enseñado.

Así que sí, el primer paso para salir del machismo es reconocer que somos machistas. No hay otra. Debemos asumirlo.  Además, claro que tienes mujeres a tu alrededor, somos la mitad de la población, pero eso no implica nada. Queremos respeto e igualdad por ser humanas, no porque seamos familiares tuyas. Yo puedo tener algo cerca y aun así no darle el valor ni el respeto que se merece.

4. CÓMO VOY A SER MACHISTA, SI AYUDO EN CASA.

Algunas personas hablan de «ayudar» en casa. Aunque detrás de esas palabras pueda haber buenas intenciones, esconden una concepción machista del reparto de las tareas y responsabilidades existente en un hogar, como la limpieza, la compra de la comida, o la cocina: si el hombre ayuda, la mujer es la principal responsable de esas tareas. Y esto, ¡no debería ser así!

El feminismo defiende la corresponsabilidad, que es el reparto equilibrado de las tareas domésticas y de las responsabilidades familiares, tales como su organización, el cuidado, la educación y el afecto de personas dependientes dentro del hogar, con el fin de distribuir de manera justa los tiempos de vida de mujeres y hombres.

Cuando hablamos de alcanzar la igualdad de género, la corresponsabilidad puede jugar un papel muy importante, puesto que si hombres y mujeres de un núcleo familiar (o incluso que convivan juntos, aunque no medie entre ellos una relación afectiva) comparten de forma equitativa las tareas domésticas y de cuidado, estaríamos rompiendo con ciertos roles y estereotipos de género que, a lo largo de la historia, han provocado la división sexual del trabajo, con los hombres como los protagonistas de la esfera pública y el trabajo productivo (es decir, remunerado) y las mujeres relegadas a la esfera privada y el trabajo reproductivo (es decir, el trabajo doméstico y de cuidados, no remunerado).

Esta ruptura de roles y estereotipos de género sería un paso hacia delante en la consecución de la igualdad y la corresponsabilidad juega un papel importante, ya que hace responsables a hombres y mujeres por igual del trabajo doméstico y de los cuidados, no asignándolos «por defecto» a las mujeres, basándonos en esas ideas preconcebidas de que las mujeres son las que deben encargarse de ello, por «estar más preparadas y predispuestas para ello», como si de un mandato biológico se tratase, cuando esto no es más que fruto de esos roles basados en los estereotipos de género.

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