Llegamos a la isla de Tenerife

Comenzamos el camino visitando el Parque Nacional del Teide, lugar que nos ha dejado asombrados dada su diversidad paisajística. Su vegetación escalonada, la variedad de su flora y fauna autóctonas y la amalgama de colores que lo envuelven no dejan a uno indiferente.

Hemos tenido la oportunidad de adentrarnos de lleno en el corazón de la laurisilva, ayudando para evitar que este bosque pierda su riqueza endémica mediante la eliminación de plantas invasoras como la cresta de gallo.

Poder compartir un ratito con bomberos voluntarios y devolver cernícalos en su espacio natural tras su completa rehabilitación, nos han hecho comprender la fragilidad de la naturaleza, y que al igual que la podemos dañar también podemos luchar para salvarla a través de pequeñas acciones.

Ru7a 2019 Tenerife


Tras un par de días intensos, despedimos con mucha pena a Fabián, chófer y compañero, que nos ha acompañado hasta el ecuador de nuestro viaje y al que ya estamos deseando volver a ver, y dimos la bienvenida a Edu, con el que compartiremos momentos y quien conducirá nuestra Global hasta finalizar el viaje.

Seguimos dejando nuestra huella positiva en el pueblo costero de El Pris con una visita por sus calles donde nos adentramos en en el mundo de la tradición pesquera que da vida a esta zona y pintamos un mural reflejando elementos típicos del mar.

Pocos momentos son comparables a escuchar a tus compañeros cantar en nuestra segunda casa, la guagua, tras despedirnos de la isla con un atardecer y un baño en el Atlántico.

Juntos, en esta isla, hemos logrado el objetivo común de hablar un mismo idioma. Pero ahora, en el ecuador del viaje, no nos conformamos con solo eso: vamos a crear poesía.

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