
Desde Fuerteventura ya era posible atisbar el nuevo destino: Lanzarote. Con nuestra Global ya en el barco zarpamos destino la tierra de los volcanes. Subidos en nuestra casa rodante llegamos hasta Haría nuestro municipio de acogida.
Las isla nos deparó numerosas sorpresas a modo de paisajes llenos de contrastes como el Timanfaya, el Charco de los Clicos u Orzola. Atravesando la isla descubrimos la Gería y las tradicionales casas blancas que emergen frente al negro del volcán.

En San Bartolomé colaboramos en la recuperación de espacio cercano al último molino de Gofio de la Isla, un lugar en el que las tradiciones se sienten y se viven de primera mano. Allí, gracias a Estefanía, aprendimos a preparar una sabrosa pella de Gofio.
En la isla realizamos diferentes acciones ambientales y sociales en colaboración con Reserva de la Biosfera del Cabildo de Lanzarote como la actividad de contención ambiental sobre el impacto generado por las colillas en la isla de La Graciosa o los murales sobre César Manrique en el Hospital Insular donde compartimos también una jornada con los mayores.
Además realizamos un encuentro con personas con diversidad funcional de FRATER, aprovechamos para conocernos y contar experiencias de vida.
Una de las actividades estrellas fue la visita a La Graciosa. Dejamos nuestra Global en Orzola y nos dirigimos a la octava isla.
La diversión en la isla vino de la mano de los náuticos en el Centro Insular de Deportes Náuticos de El Cable, en Arrecife.
Tras cinco días en Lanzarote, nos toca viajar a Tenerife donde seguiremos dejando una huella positiva en las islas.


































