
Con el Teide de fondo avanzamos por las carretera de La Gomera en nuestra Global hasta El Cedro. Mientras descendemos por el camino que lleva hasta el aula de la naturaleza el bosque de laurisilva nos sorprende.
El verde, el color de la esperanza, es el que mejor refleja el yo interior que hemos creado en La Gomera. El frondoso bosque nos ha hecho sentir totalmente mágicos. Esa magia ha hecho que nuestros caminos se unieran aún más y que termináramos de forjar esta increíble marea azul.
En La Gomera hemos colaborado con el Cabildo de la isla en una acción de mantenimiento forestales. De esta menara seguimos la estela de la labor de reforestaciones que llevamos haciendo en la isla desde 2012 cuando colaboramos tras el incendio que conmocionó a las islas.
Durante nuestra estancia en La Gomera nos hemos convertido en amigos del pasado ya que tenemos el silbo gomero en nuestros labios. Bajo nuestras huellas hemos sentido la arena negra de La playa de La Cueva y de La playa de Santiago, la cual acaricia el agua del atlántico en cada marea.
La isla de La Gomera es el colofón perfecto para nuestro viaje transformador, nos mimetizamos con ella y la sentimos realmente viva y llena de emoción. 35 días de vivencias a nuestras espaldas finalizan, pero este viaje no ha sido más que el comienzo de algo muy grande. Hasta pronto La Gomera, Hasta siempre Ruta Siete.








































